Feria

 Voy subida en una atracción de feria, que no controlo.  Una noria que da vueltas y vueltas.  Abajo estás tú, sonriendo.  Mirándome.  A veces te subes, y a veces no. Nos miramos al espejo cuando subimos a la noria.  Bajamos mareados del viaje.  Cada semana buscamos una feria nueva, parecida, pero diferente.  Ya nos hemos acostumbrado un poco al viaje, a la búsqueda, el recorrido, el nudo en el estómago y el contener la respiración.  La falta de equilibrio al bajar.   

Hoy la atracción es un laberinto, inclinado, con paredes que son espejos.  Ya llevamos media hora y no encontramos la salida... me estoy empezando a agobiar.  Casi me tropiezo con alguien. Grito angustiada. Ella tambíen pero sin voz.  Abro los ojos y hay un señor sentado en una silla, tan tranquilo, que me observa.

Descubro que estoy reclinada en un diván.

-¿Qué le pasa? Me pregunta

- No lo sé.  He tenido una pesadilla, en un laberinto, -replico confundida. Siento que estoy saliendo de un tunel. Recuerdo que no es la primera vez.

- Es su marido, está claro.  Quiere escapar.  Todos los caminos llevan a Roma.

El hipnotizador me ayuda a levantarme y con una sonrisa se despide de mi.  

La recepcionista me cobra los 50 euros de la sesión. 

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