LEGADO
“Me llamo Adela. Y voy a ser vuestra maestra este curso.” Así empezaba mi abuela Adela las clases todos los años, en cada pueblo al que era destinada, de espaldas a la pizarra, de cara a sus nuevos alumnos. Luego se giraba y escribía su nombre en la pizarra con su cuidada caligrafía, como de “Cuadernos Rubio”. Entonces se daba la vuelta otra vez y les preguntaba a sus alumnos de uno en uno cómo se llamaban, cuantos años tenían, si tenían hermanos, a qué se dedicaban sus padres. Cuando le respondía el último ya tenía una idea más o menos cabal de la estructura social del pueblo, que los niños replicaban en el aula, y a la vez se enteraba de qué niños eran hijos del alcalde, del médico, del veterinario, e intentaba identificar a los revoltosos, los aplicados, los chivatos … Así estuvo muchos años recorriendo los pueblos de Zaragoza, regresando a la capital de vuelta los fines de semana que no tenía que corregir demasiados exámenes y en las vacaciones de verano, durante las que fan...