Otra Anna
NADA MÁS CERRAR EL LIBRO se tumbó en la cama y se cubrió con la manta. Cerró los ojos. ¿Cómo un autor del siglo XIX podía conocer su secreto? Se levantó y lo abrió por la página doblada. Releyó. Si no fuera porque era imposible pensaría que ese señor leía sus pensamientos. También a ella le estaban haciendo la vida imposible, se había enamorado como una tonta… ¿Su marido? Sí. Lo quería también. Todos le habían dado la espalda. Leyó la última página. Lo cerró de golpe. – Ni de coña me voy a tirar yo al tren. – Concluyó.
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