Tan lejos, tan cerca
Desde que trabajo en Madrid no tengo tiempo para nada. Me levanto a las 6 de la mañana y cojo el primer tren, el que sale a las 7:36, y vuelvo en el que pueda de por la tarde, a veces en el de las 18:15, vamos una paliza. Anoche hasta me permití el lujo de sumergirme en la bañera porque estaba agotada, aunque casi siempre me ducho ¿eh? Cada vez que uso el inodoro, tiro de la cadena. Cuando abro el grifo, sale agua; si quiero, caliente. También puse dos lavadoras, y el lavavajillas. Vamos, que supero la media de gasto de agua por habitante y día (142 litros) de largo. Pero no pasa nada, porque salgo de casa y ahí estás tú viviendo en ese coche destartalado, en la explanada que hay justo enfrente, y vosotros, los que vivis ahí no necesitáis bañaros, ni ducharos, ni nada, como mucho, iréis al baño de la estación o al del bar de la esquina, si Manuel os deja usarlo, que creo que sí os dejará porque es un bendito, y ya no tengo tanto cargo de ...