Las vidas del gato
Ayer llegué a casa tardísimo. Otra vez me había quedado sin batería en el movil. No me importó mucho, la verdad, un día va a explotar con la cantidad de whatsapp que tengo. Así que me derrumbé en el sofá hasta la hora de cenar. No fue hasta la hora de reptar hacia la cama y encenderlo que vi el torrente de llamadas perdidas y mensajes de mi madre:
17:45. - ¡Hola! ¿Estás bien?
18:00. Llamada perdida.
19:00.- Te estoy llamando y no me coges. ¿Todo bien?
19:45. Llamada perdida
20:00- Llámame por favor, hija. ¿Estás bien?
Y cinco llamadas perdidas...
La llamé, claro.
22:45.- Hola. ¿Qué pasa?¿estás bien?
- Yo sí, ¿y tú?-Contestó, casi gritando. -¡No coges el teléfono!¡No has visto los whatsapp!
-Ya, mamá, -me justifiqué- es que ... -no le dí detalles-he llegado muy tarde a casa, con el teléfono descargado. Y no lo he encendido hasta ahora.
- Uff, menos mal. -Suspiró. y me explicó:
- Pues nada, que me han dado un susto esta tarde... Marisa, la vecina del quinto.
Marisa es una vecina de mi madre. Encantadora. Una señora muy educada, discreta y muy cariñosa siempre con todos los vecinos, viuda desde hace unos pocos años.
- ´Hola, Ana. He venido por lo de Eva; te acompaño...- Dijo con voz contenida.
- ¿Por lo de Eva?-Preguntó mi madre extrañada. -Eva está bien; bueno, con sus cosas, como siempre, pero bien, que yo sepa.
- ¡Ah!, ¿Si? Pues nada, nada... Me había dicho Lola, la del cuarto, que, bueno, en fin, que...a ella le había dicho Maribel que.. Nada, que me alegro pues, de que esté bien.
Me habían confundido con otra vecina, que desgraciadamente, sí falleció, de forma inesperada.
El caso es que no es la primera vez que las vecinas de mi madre intentan "matarme".
Hace veinte años, un verano que mis padres se habían ido de vacaciones, mi hermana y yo pasamos el verano en Zaragoza, estudiando para los exámenes de septiembre.
Y una madrugada se rompió el latiguillo del agua caliente de un lavabo y cuando nos despertamos, había tres dedos de agua por toda la casa y el agua había llegado hasta el sótano.
Entonces se corrió la voz de que me había caido en la bañera con el grifo del agua abierto y me había ahogado. Eso sí, todas vinieron armadas de cubos y fregonas para ayudarnos a recoger agua... y cerraron las llaves generales de paso.
¡Ay, hija! ¡Que pensábamos que te habías ahogado!- Me abrazó la presidenta de la comunidad hasta casi ahogarme de verdad.
Pero vamos, ... siete vidas tiene un gato, ya solo me quedan cinco..
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En la nueva sesión de relatos del jueves pasado en @lepetitcoincafebarletras el tema fue #noticiasfalsas.
ResponderEliminarMi relato está basado en una anécdota real de hace muchos años... Un poco alterada, pero casi todo es cierto. Espero que os guste, como siempre.