Cuando
Alfonso Alonso recobró la conciencia no sabía que el calendario marcaba el 4 de
noviembre de 2031. No se podía mover,
peró oyó un concierto de pitidos y una sinfonía de luces atronó
aquella habitación tan extraña, verde fosforescente.
Una
desconocida se levantó, como empujada por un resorte, de un sillón de plástico situado
a su derecha y se lo quedó mirando fijamente, mientras se tapaba la boca con
las manos para no
gritar.
- ¿Y tú
quién eres? –Quería preguntarle Alfonso a la extraña. Pero no le salían las palabras.
Tenía algo metido en la garganta.
De repente
se abrió una puerta corredera, al parecer de forma automática, y entró un ¿astronauta?
Enfundado en un mono blanco y una especie de escafandra con una ventana transparente,
por la que se le veía parte de la cara ¿Qué estaba pasando?
- Hola,
Alfonso.- le saludó.- ¡Por fin te has despertado! Vamos a quitarte el
respirador… Inhala por la nariz… Más, más… y ahora exhala por la boca.
Cuando
intentaba exhalar el escaso aire que había inhalado, el astronauta- un médico supuso
ahora- le extrajo un enorme tubo de la garganta, y notó como el aire empezaba a
llenar sus pulmones.
No estaba
en el espacio. Aunque todo era aséptico y metálico, con sensores y lucecitas, demasiado
amplio. Estaba en un hospital, dedujo, postrado en una cama de aire, por lo que
parecía suspendido en el vacío.
La
desconocida era una cuidadora hondureña. Se llamaba Gladys.
- Su
familia está de camino. –Oyó que ella decía por teléfono desde el pasillo. –
Llegarán esta tarde.- Suspiró.- No sé qué pasará conmigo.
- ¡Claro!
Mi familia… ¿Mi familia? ¿Quién viene? ¿De dónde? ¿No viven todos aquí?¿Dónde estoy? …
¿Por qué pienso tan deprisa y tan despacio? ¿Por qué no puedo hablar?
En cambio
Gladys habla sin parar -piensa Alfonso- No conmigo, claro. No sé con quién. Parece que teme
perder su trabajo, o que cuidarme ahora sea más trabajoso… y no se atreve a pedir un aumento…
Voy a intentar escucharla…
- Sí, sí…
Sus hijos vienen de camino. Hace mucho tiempo que no lo ven… Se mudaron con la madre a
Barcelona cuando ella se fue a trabajar allá. De todas formas en el tren de
alta velocidad en una hora están en Madrid. No, ella no viene. Harán una holollamada.
A ver cómo le cuentan que se ha divorciado y se ha casado con un programador de
inteligencia artificial ... ¿Pero qué va a hacer? Este hombre ha estado diez
años en coma.
Relato en 2030
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