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Mostrando entradas de abril, 2020

Tormenta infinita

El viento silbaba y golpeaba el cristal de las ventanas.    Las paredes crujían.    La casa se quejaba de la lluvia constante con ventanas que se abrían y cerraban produciendo un estrepitoso estruendo de cristales rotos.    Para aplacar el temporal, nubes negras y espesas descargaban desde hace días todo su contenido.    Las calles se habían convertido en ríos turbulentos de agua achocolatada que arrasaban a su paso con los árboles de las aceras y de las plazas, los bancos del parque, los coches aparcados y con cualquier objeto susceptible de convertirse en una cáscara de nuez a la deriva, sin capitán que manejara el timón.    Mientras, los humanos contemplábamos atónitos desde las atalayas de nuestras de nuestras viviendas el fin del mundo. Descorrí la cortina y me asomé.    La tormenta duraba ya cuarenta días.    No había habido tregua en todo ese tiempo.    El decreto de alarma por situación catastrófi...