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Mostrando entradas de marzo, 2020

Invisible(s)

Los seres que habitamos este mundo casi siempre somos invisibles.   A mí me gusta.  Cuando me levanto por la mañana  nadie sabe qué cara tengo.  Hasta que no me tomo un café no soy persona. Y después, tampoco del todo, pero ya cuento con el disfraz y las armas perfectas para afrontar el día; el usuario y contraseña de mi ordenador. Solo escribo las palabras, pero la persona que habla nunca tiene mi voz.  En mi empresa a muchos nos pasa lo mismo, escribimos lo que firman otros, y ellos le ponen la cara a la organización. También conozco gente que se esconde tras de un uniforme, una barba, un flequillo o unas gafas de sol que ocultan la mirada. Una altivez pretendida que en realidad es una coraza.  La sonrisa de alguno es tan escasa, tan cara de ver, que cotiza en bolsa. Sin embargo, disfruto más la invisibilidad  cuando las pantallas y las contraseñas  duermen en la ciudad. Entonces me escapo hasta donde el horizonte se c...