POLLOS A L´AST
Era verano. Un bochorno infernal volvía el aire irrespirable. Nuestros cuerpos embadurnados de aceite giraban en perfecta sincronía hasta que estuviéramos bronceados de manera uniforme. Viniste a por nosotros a la hora de la comida. Nos subimos a los asientos traseros del automóvil, acomodados sobre las piernas desnudas de los niños; metidos en nuestras cajas gemelas, junto a las bolsitas de kétchup y los cucuruchos de patatas fritas.