Tormenta de verano
Abro el voluminoso paquete y me encuentro el lienzo con una mujer de espaldas a una ventana, con el vestido medio desabrochado y su reflejo en el suelo, que parece mojado… Cae al suelo una tarjeta. Solo pone: Nunca olvidaré este verano. Tiene pegada una llave, la de la casa de Juan… No puedo evitar recordar aquel día, me pilló la tormenta desprevenida, cruzando el parque. No había donde resguardarse así que con las sandalias de tacón en la mano y descalza empecé a correr. Llegué a casa hecha una sopa, con los pies embarrados, el ligero vestido chorreando y el pelo pegado a la cara. Rebuscaba las llaves en el laberinto de mi bolso cuando una voz conocida a mi espalda me sobresaltó: - No te preocupes, ya abro yo. Era Juan, mi vecino de arriba. Me aparté que abriera y me dejó pasar. Se adelantó para abrir también el ascensor, y le dejé pasar yo. Estaba tan empapad...