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Mostrando entradas de enero, 2019

Cuento de Navidad

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Marisa estaba atacada.   Se multiplicaba en la  cocina, con todos los fuegos encendidos para preparar el caldo, las gambas al ajillo y el cochinillo asándose en el horno.  Menos mal que enseguida llegarán los chicos y me ayudarán,-pensó- o no, nunca se sabe.  Pero no estaba nerviosa solo por eso, les tenía que contar lo de Adolfo, que se lo va a presentar en Navidad y que se va con él a pasar Fin de año fuera… , y no sabe cómo se tomarán la noticia, sobre todo Ana, que era el ojito derecho de su padre. Son las dos de la mañana del día de Navidad.  Con Paula dormida en su asiento en la parte trasera del coche, se abrochan los cinturones.  Conduce Ana, que Jesús ha bebido en la cena más de la cuenta.  -           El asado de tu madre, como siempre, de diez.- Le dice Jesús, con la voz pastosa y los ojos soñolientos. Ana conduce con los brazos en tensión.  Mirando al frente y con los labio...

PERSONAJES

Marisa* Tiene rasgos armónicos.   Los ojos marrones, el pelo a media melena con flequillo a un lado, teñido de rubio con mechas color caramelo. Tiene 67 años. Es española. Tiene un lunar en la mejilla derecha. Siempre sonríe cuando habla. Viste de forma clásica, casi siempre con falda recta, abrigo de paño y pañuelo al cuello, en invierno y blusas de manga corta en verano.   Se maquilla discretamente. Es ama de casa. Tiene una hermana, que vive en el pueblo.   Es viuda.   Tiene dos hijos y una nieta. Sus amigas son Aurora y Maite, sus compañeras de pilates.   No tiene vida sexual desde que enviudó. Su virtud más destacada es la generosidad.   Renunció a una vida profesional por su familia, y siempre está disponible para sus hijos y su nieta.   Sus defecto es su excesivo conformismo. Le sigue gustando Miguel Bosé aunque sea gay. Le gusta comprar en el mercado y cocinar recetas nuevas, ir a la peluquería, pasear, sobre todo en e...

La decisión de Amadeo

EL AUSENTE Por Ana María Matute Por la noche discutieron.   Se acostaron llenos de rencor el uno por el otro.   Era frecuente eso, sobre todo en los últimos tiempos.   Todos sabían en el pueblo –y sobre todo María Laureana, su vecina- que eran un matrimonio mal avenido.   Esto, quizá, la amargaba más. "Quémese la casa y no salga el humo", se decía ella, despierta, vuelta de cara a la pared.   Le daba a el la espalda, deliberada, ostentosamente.   También el cuerpo de él parecía escurrirse como una anguila hacia el borde opuesto de la cama.   " Se caerá al suelo", se dijo, en más de un momento.   Luego, oyó sus ronquidos y su rencor se acentuó.   " Así es.   Un salvaje, un bruto.   No tiene sentimientos."    En cambio ella, despierta.   Despierta y de cara a aquella pared encalada, voluntariamente encerrada. Era desgraciada.   Si: no había por qué negarlo, allí en su intimidad.   Era desgraciada, y ...