PLANETA AZUL

Casi no recuerdo la sensación de abrir un grifo y que salga agua, aunque  intente imaginármelo.  Desde la terrible sequía de 2030, las restricciones han sido constantes y la tecnología se ha ido adaptando al cambio climático, claro. Ya no hay grifos, sino aspersores, de los que brota una sustancia espumosa llamada bruma, que permite el aseo pero que casi no moja. La última moda es calentar la bañera mediante una resistencia interna, para la clase acomodada claro, o las termas públicas, para el resto.  Yo me envuelvo en una toalla caliente después de tomar una ducha de bruma en el baño comunitario.  
El sonido del agua ha pasado a formar parte del imaginario colectivo, aunque, paradójicamente, la tierra sea un planeta más azul que nunca. Solo que el agua disponible es salada, debido a la desaparición de los polos.  Los habitantes costeros se bañan en el mar, o se han mudado a islas flotantes, que sustituyen a las inundadas con el deshielo.  
Desde la ventana de la estación espacial internacional, mi casa -en la estratosfera, sin gravedad- veo los restos del planeta azul, al que no está previsto que nuestra tripulación regrese. 
Nos enfrentamos a un largo viaje, nos han seleccionado por parejas sexualmente compatibles y debemos reproducirnos.  Nuestra principal misión es encontrar un nuevo planeta habitable, pero puede que no lo consiga nuestra generación, así que la nave tiene espacio suficiente para albergar nuevos astronautas, los primeros bebés que nacerán en el espacio y la tripulación cuenta con personal médico, y especialistas en educación, ciencia, agricultura,... , somos nómadas en el espacio, en busca de la nueva Tierra prometida, el planeta Z, que orbita alrededor de una estrella sin nombre, que baila en el radar, y a la que seguimos por su radiación, pero a la que no hemos visto brillar todavía.  


Comentarios

Entradas populares de este blog

Despedidas

El amor coloca

El círculo se cierra