NOCHE DE GUARDIA
Hacía una noche de perros, como para estar en el sofá viendo la tele, tapado con una manta, resguardado de los gruesos copos que caen al otro lado de la ventana. Y no como nosotros, en medio del bosque, con los limpiaparabrisas a todo trapo para quitar la nieve de los cristales, acurrucados en el asiento, el gorro calado, el cuello del abrigo subido. Entonces escuchamos el ruido de un vehículo, y apagamos las luces y el motor para no ser descubiertos. Vimos la furgoneta del guarda forestal desaparecer detrás del refugio y adivinamos el chasquido al cerrar la puerta delantera, sonidos de pisadas, ruidos metálicos, paladas sobre la nieve. Por lo menos habrá entrado en calor.- Pensé. - A mí se me van a congelar los dedos. Y me encogí un poco más, alerta. Miré a mi compañero. Se había quedado dormido. No reconocí al conductor, que volvía sobre sus pasos y cargaba un fardo pesado, que arrastraba con dificultad, supongo que hasta el agujero recién cavado en la nie...