EL REGALO DE TU VOZ

20 de diciembre.
Recibo un whatsapp tuyo después de meses de silencio.
“Hola Eva… He andado liadillo. ¿Cómo vas con todo?”
Pensaba que habías cortado la comunicación para siempre. Pero ahí estás de nuevo. Y no puedo dejar de responder.
“Todo bien. Como siempre. J
Por la noche, sin poder evitarlo, mis dedos se mueven solos por las teclas del teléfono:
“¿Tú qué tal? Si quieres un día que tengas tiempo hablamos y nos ponemos al día”.
Y nos contamos unas pocas cosas por whatsapp.  Nada importante, trivialidades de recuerdos juntos, que demuestran que nos acordamos el uno del otro, o, al menos, eso me parece.
En Nochebuena marco tu número de teléfono, indeleble en mi memoria. En realidad, eres la única persona con la que me apetece hablar hoy. Has ido a pasar la Navidad al pueblo.  Se te nota relajado, contento, y se oye jaleo. Tus hermanos se meten contigo.  Sales a hablar a la calle. Pero como hace mucho frío vuelves a entrar. Oigo como tu hermano Quique se ríe,  y dice que te cambia la voz por hablar conmigo. Me encanta.
Estoy a punto de decirte que me pases con él, pedirle que te deje en paz, que hace mucho que no hablo contigo y que tienes la voz más bonita del mundo. Pero me callo. Aun así la conversación es mi regalo de navidad.
Siempre le pido a la virgen de mi Belén, que aparezcas de nuevo en mi vida.
Al final voy a tener que montarlo, como agradecimiento, no está bien que estén ahí castigados en la caja.  Además el niño Jesús querrá salir, que me ha salido escalador como tú. Se cayó del mueble donde está colocado su pesebre en un descuido y perdió una mano el año pasado.
26 de diciembre.
Escribo:
“¿Ya has vuelto?”
 Me contestas brevemente, que sí, pero que te vas a dormir, que mañana madrugas mucho. Te despides llamándome Monalisa. ¿Será por mis sonrisas postizas de mensaje de móvil?
Por la mañana veo tu respuesta. Crees que dios ha sido un poco cabroncete  por la tormenta que te has comido camino del trabajo, y que ha parado justo al llegar.  Yo la he oído desde la cama. Me ha hecho pensar en ti, empapado, corriendo bajo la lluvia.
Igual ha sido un castigo por no poner el Belén, y no la tormenta que anunciaban ayer en las noticias, así que, sin falta, esta tarde lo monto.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Despedidas

El amor coloca

El círculo se cierra